lunes, 15 de febrero de 2016

Nicolas Poussin, maestro del clasicismo

Nicolas Poussin, Autorretrato, 1650

La figura de Nicolas Poussin es clave para entender el arte pictórico francés durante el Gran Siglo de Luis XIV, así como también los cambios que vinieron después. Gran paradoja, si tenemos en cuenta que este artista realizó casi la totalidad de su carrera en Roma. Con este artículo no pretendo hacer un estudio exhaustivo del artista (ni los eruditos más avanzados podrían hacerlo: Poussin es un manantial inagotable de puntos de estudio), sino una breve presentación de la referencia del arte francés del siglo XVII.

Nacido en Les Andelys, Normandía, en 1594, Poussin descubrió su vocación a temprana edad. De todos modos, poco puede decirse de su juventud mal documentada, al punto de no haber hoy en día obras que daten de antes de sus 30 años. Se sabe que su formación se llevo a cabo en diferentes ateliers franceses, en Rouen y en París, para finalmente desplazarse a Roma en 1624 con su mecenas Gian Battista Marino.

Es Marino quien lo introduce en diferentes círculos artísticos de Roma, ciudad en la cual trabajaban los artistas más reconocidos del momento. Pero, además, Roma generaba una atracción intemporal por las ruinas del antiguo Imperio, objeto de estudio imprescindible para todo artista desde el Renacimiento. Al mismo tiempo, Poussin dedicó su tiempo al estudio de maestros del Renacimiento italiano, como Tiziano o Guido Reni, mostrando así su inclinación por los temas mitológicos e históricos, tratados con los cánones de la antigüedad.

La elección de Poussin por esta forma de representación es más que interesante cuando comprobamos que en realidad Poussin era contemporáneo de artistas como Borromini, Guarini o Bernini, todos trabajando en Roma y desarrollando un lenguaje plástico que daría forma a lo que hoy llamamos Barroco. Este último, basado en las líneas sinuosas, la expresión exagerada de sentimientos y la teatralización de las escenas, se oponía drásticamente a la rigurosidad y al orden del lenguaje de Poussin, estilo al que se le dio el nombre de Clasicismo, pues se basaba en los preceptos y cánones del arte clásico (idealización, proporción, “geometrización”, etc.). De esta manera, Poussin se posiciona dentro de la línea de reflexión de los hermanos Carracci, pintores boloñeses que buscaban volver a imponer los cánones del Alto Renacimiento (Leonardo, Rafael, Miguel Ángel) por sobre los artistas manieristas, quienes pensaban que, una vez alcanzada la "perfección" de las reglas, había que buscar nuevos cánones de representación (dando lugar a la aparición del arte barroco). Para Poussin entonces el canon a seguir no era más que el clásico. Aborrecía todo aquello que se alejara de estas formas, al punto de decir de Caravaggio que “la fealdad de sus pinturas lo llevará al infierno”.

Nicolas Poussin, Júpiter niño alimentado por la cabra Amaltea, 1640

Poussin tenía además otras virtudes: la reflexión de la composición era fundamental. Para ello, Poussin creía necesario que no le impongan límites para llevarla a cabo. De esta manera, prefería los trabajos de tamaño mediano, sobre temas donde podía desarrollar una imagen con una poesía y una reflexión propias. Llego así a rechazar obras oficiales, aceptando únicamente encargos de mecenas privados.

Nicolas Poussin, Et in Arcadia Ego, 1638.
Ejemplo famoso de la poética del artista. De composición compleja e interpretación dificil, la obra de Poussin se inscribe en la formula del poeta Horacio "Ut pictura poesis" ("La pintura asi como la poesía")

La fama del artista fue tal que llego a oídos del cardenal de Richelieu, primer ministro del rey francés Luis XIII, quien lo hizo volver a Francia para trabajar para la Corte. Incomodo con el ambiente de la aristocracia parisina y celado por los grandes artistas franceses de su momento, Poussin decidió volver a Italia apenas 2 años después para no volver más a su país natal. Sin embargo, su paso por Francia dejo una huella imborrable. Su estilo hizo escuela de tal manera que años más tarde Charles Le Brun, primer pintor del Rey, lo impone como “arte oficial”. Esto significaba que, en la Academia de Pintura y Escultura (institución creada por orden de Luis XIV con el fin de controlar la producción artística de su reinado, con Charles Le Brun como director y principal teórico) no se aceptaban creaciones que no siguieran los preceptos del clasicismo.

sábado, 5 de mayo de 2012

El arte gótico: introducción y características generales de la arquitectura


Fachada de la iglesia notre-Dame de l'Epine, Francia

A partir del Renacimiento, la palabra 'gótico' comienza a utilizarse para denominar de alguna manera la "barbarie" de la Edad Media. Es un término despreciativo utilizado por el historiador florentino Giorgio Vasari  (siglo XVI) para referirse a un estilo que en aquel momento se lo atribuían a los Godos, un pueblo germánico que se instaló en occidente luego de la caída del Imperio Romano.

Hoy, definimos como arte gótico aquel que se gestó luego del estilo románico, que fue sobretodo un arte religioso y que empezó en la mitad del siglo XII y se desarrolló hasta la mitad del siglo XVI. Según varios teóricos recientes, ubicamos su inicio en Francia entre 1140, seguido en Inglaterra y en España entre 1150 y 1175. Mucho después llegaría a Alemania, quizás un siglo después, y aún más en Italia. El mismo surge como un desafío arquitectónico para poder crear edificios más altos y de mayor superficie. Los edificios románicos (estilo que lo precedió) solían ser bajos, de muros muy gruesos y pesados para poder sostener el techo. A la vez, debían poseer contrafuertes para que los muros no se caigan y resistan tanto peso. Todo esto impedía además poder ubicar grandes ventanales ya que los muros no resistirían. Eran muchos porblemas a resolver...

Iglesia de estilo románico: poca altura, muros gruesos, pocas ventanas... se recuadra en rojo la utilización de arcos de medio punto; en azul, la presencia de contrafuertes que ayudan a soportar el peso. Poco estilo.

Fue entonces que los arquitectos desarrollaron soluciones que tenían una utilidad física pero también una función estética: por un lado, el arco ojivado capaz de repartir mejor el peso del techo y al mismo tiempo generar la sensación de altura; por otro lado, el arco botante, cuya función es la de alivianar los muros, y la de generar la sensación de volumen. Además, este permitió la construcción de grandes ventanales que dieron lugar a los bellísimos vitrales góticos, que no sólo servían para dar un poco de luz al interior sino que también debían crear una atmósfera única dentro de la iglesia. En definitiva, se logró crear un estilo elegante y refinado.

Ya que se desarrolló sobretodo en edificaciones religiosas, la estética buscaba generar un efecto psiocológico al espectador, quien debía sentir, por ejemplo, la grandeza de Dios en la altura de la iglesia, el miestrio de Dios en la aparición de distintos volúmenes, la luz divina en la aparición de los vitrales. Entrar en una iglesia se había convertido en una experiencia estética y religiosa a la vez.

Arriba, imágen de los arcos ogivados. Abajo, presencia de grandes ventanales y posibilidad de altura, además de la presencia de diferentes volúmenes



Arcos botantes que ayudan a soportar el peso

En conclusión, el gótico se caracteriza por  la amplitud del espacio, la aparición del volumen y el aumento de la luminosidad dentro de las construcciones, a comparación del estilo predecesor. Con él, se acabaron los gruesos muros sostenidos por contrafuertes y las pesadas construcciones macizas y oscuras para pasar a bellos edificios de gran altura, portadores de una vasta decoración y generadores de una experiencia única e irrepetible en el espectador.

Como último detalle, cabe agregar que conforme fue pasando el tiempo, se fueron sumando variantes dentro del mismo estilo, como el gótico radiante y el flamígero, en los cuales la decoración toma un protagonismo tal que casi no se observa la estructura en sí misma.



martes, 10 de abril de 2012

'La Gran Ola de Kanagawa' por Katsushika Hokusai


He elegido esta xilografía hecha por Katsushika Hokusai para hablar un poco del arte japonés del siglo XIX. Esta obra (que data de 1830/31) forma parte de una seria llamada "Treinta y seis vistas del monte Fuji". Estremecedora, al verla nos sentimos atrapados por la delicada estética de la representación, que contrasta con la violencia del paisaje que busca mostrar. La ola, enorme e inquieta, viene arrasando con fuerza, la cual es más imponente aún que el monte Fuji, que se encuentra representado detrás, pequeño, camuflado, latente y eterno.

Los paisajes se habían convertido en una temática importante en el estilo ukiyo e. Antes conformaban sólo el transfondo de las obras, pero aquí finalmente recobran el protagonismo que solían tener antes en el arte japonés.

En el mismo, se muestra la naturaleza devastadora, la fragilidad humana contra una fuerza que no se puede controlar. Los pequeños personajes en sus barcos, empujados por la marea, parecen estar a punto de ser devorados por la inmensa ola. El cielo se muestra tormentoso en el fondo y detras, camuflado, el monte fuji azul con su pico nevado.

Cabe destacar el entusiasmo con el que fue recibido el arte japonés en Francia durante la segunda mitad del siglo XIX. Artistas de los movimientos impresionista y postimpresionistas, entre otros, se han fascinado con los efectos visuales utilizados en sus obras, como por ejemplo la exageración de la simetría, la asimetría de la composición, la utilización de colores planos y los contornos visiblemente dibujados.

El monte Fuji, distante; en primer plano, los barcos y sus hombre luchando contra la ola.

domingo, 4 de marzo de 2012

El estilo Rococó en Francia : surgimiento


Fue luego de la muerte de Luis XIV (1715), cuando el arte se desprende de muchas de sus restricciones. El Rey Sol gustaba mostrarse como el amo de la naturaleza a través de lo simbólico, aplicando la racionalidad en todo lo que lo rodeaba (arquitectura, jardines, protocolo, arte, etc.). Se mostraba como el hombre más poderoso de su tiempo a través de la representación artística. Orden, mesura y disciplina son tres adjetivos fundamentales cuando describimos la época de Luis XIV. El arte no escapaba a ello, el cual además se había convertido en una herramienta política y se encontraba atada a convenciones indeclinables.

El rococó se incia en Francia, sobretodo en las artes decorativas, hacia el 1720. El término proviene de la palabra francesa "rocaille" (piedra) y "coquille" (concha), elementos de gran importancia para la ornamentación de interiores en este período. Este estilo, en la pintura, retrataba un mundo de artificialidad y juegos. Aunque poco formal, era en esencia un arte de la aristocracia y enfatizaba lo que ahora parece haber sido el irreflexibo e indulgente estilo de vida de la nobleza en aquel momento, y no ya la moral, la piedad, la disciplina, la razón o el heroísmo de aquel arte del período del Rey Sol.

La llegada de la regencia, seguida por Luis XV, llenó de nuevos aires el arte francés. Se deja de lado la pintura seria y psicológica para dar lugar a temáticas mas livianas. Si bien los temas anteriores siguen existiendo y siendo apreciados, ha empezado a haber en este momento una preferencia por lo simple y lo natural, aquello que mejor representaba el espíritu de la época. El giro busca salir de la rigidez, de la racionalidad y de la seriedad para representar la busqueda de intimidad y el placer. Esto se logra no solo con el cambio de temática, sino que también hay un cambio en las técnicas, con la utilización de colores pasteles, suaves y luminosos, y dejando de lado la importancia al dibujo. Los temas más abundantes son las fiestas galantes y campestres, las historias pastoriles y las aventuras amorosas y cortesanas, entre otras.

miércoles, 29 de febrero de 2012

Georges de la Tour: San José Carpintero

Olvidado por siglos y redescubierto en el siglo XX, el pintor Georges de la Tour (1593 - 1652), gran pintor francés del siglo XVII, fascina por su rigor geométrico y por su luminismo. Es cierto que retoma temas ya utilizados por otros artistas, los repite voluntariamente, sobretodo aquellos del repertorio de los artistas Caravaggistas, la corriente artística preponderante a principios de aquel siglo. Pero, a diferencia de sus contemporaneos, él retoma el espíritu de los primeros caravaggistas y devuelve a la pintura al estudio del alma humana. En los temas cotidianos, busca la emoción, la personalidad de los representados; en las obras religiosas, busca la desacralización de los personajes. Sus obras poseen una profundidad psicológica que generan una intimidad que conmueve. El artista, maestro en la utilización de la luz, medita en sus obras con serenidad y solemnidad, la espiritualidad francesa contenida que caracteriza el siglo XVII.

Otra gran influencia también fue el realismo flamenco.

Aquí se encuentra la obra San José Carpintero. Probablemente, si no supieramos el título, pensaríamos que se trata de una escena de la vida cotidiana. Sin embargo, José y el niño Jesús, con una representación completamente desacralizada, son los protagonistas de este cuadro. José se encuentra tallando un pedazo de madera, mientras Jesús sostiene una vela para iluminar. Los dos rostros de oponen: el de José, emocionado e inquieto, con lágrimas en los ojos, parece saber el destino de su hijo, mientras Jesús, con su rostro relajado, muestra la inocencia de la niñez. Por último, el pedazo de madera que está siendo tallado por José en una anticipación de la muerte de Cristo, ya que la misma evoca la cruz.

La escena transcurre durante la noche. La vela, único elemento de iluminación de la escena, genera una luz que sólo se proyecta en las partes más importantes del cuadro y genera volumen, recuerso muy utilizado por este artista. Al mismo tiempo, se confunde en el rostro del niño, de donde podríamos pensar que también se emana luz.


martes, 28 de febrero de 2012

Jan van Eyck: Virgen del canciller Rolin

La admiración que despierta el artista flamenco Jan van Eyck no es algo que nos sorprenda. Este artista, nacido en 1390, introdujo un realismo innovador en los últimos años de la Edad Media, gracias al gran manejo que tenía de la pintura al óleo. Al ver las obras de Van Eyck nos envuelve la ilusión de realidad, generada por el gran detallismo y el buen empleo de los colores y de la luz.

Aquí les dejo su pintura Virgen del canciller Rolin. En ella se representa al donante de la obra, Nicolas Rolin. De pocos escrúpulos, buscaba salvar su alma profesando con ostentación un gran culto a la Virgen. Aquí se lo representa sobre un reclinatorio rezando frente a la imagen de la Virgen con el niño, quien levanta su mano bendiciéndolo mientras que con la otra sostiene un cetro que denota su Majestad. El sol poniente marca la presencia del reino celestial.

De fondo podemos ver un paisaje muy detallado que representa a Borgoña, sin que sepamos si es un paisaje real o imaginado por le artista, inspirado en la realidad. Algunas interpretaciones hablan de que el lado izquierdo del paisaje es el mundo terrenal y el lado derecho la Jerusalén Celeste, y que los hombres marchando por el puente son los fieles encaminados hacia allí.

Para finalizar, los dos personajes que se encuentran mirando el río podrían ser el mismo artista con su hermano.

La obra fue terminada en 1435. Aquí les dejo algunos detalles (clic sobre las imágenes para agrandar):

Detalle del bordado del vestido de la Virgen. El juego de sombras y luces nos crea la ilusión de volumen.


Detalle de la corona sobre la Virgen, en oro y piedras preciosas. Se observa la gran técnica de van Eyck: manejo de colores y luces. Gran detallismo.


Paisaje de Borgoña, el cual algunos interpretan también como la Jerusalén Celeste por la gran presencia de Iglesias.


Lado izquierdo del paisaje, el mundo terrenal.


En el balcón, se cree que se encuentran el artista y su hermano


Columnas detrás de Rolin. Gran detallismo y realismo.

lunes, 27 de febrero de 2012

Renacimiento Carolingio: el arte del libro

Evangelio de Hurault (Reims, siglo IX)

La reorganización de las instituciones llevada adelante por Carlomagno da un lugar muy importante al escrito. Consecuencia de ello es la gran producción de textos que empezaron a organizarse en libros.

El libro en la época carolingia es un codex compuesto por varios cuade
rnos hechos con hojas de pergamino (confeccionados en general con la piel de animales) cosidos y protegidos por una cobertura. La medida es mediana. Este formato termina con el pergamino enrollado, facilitando el acceso al contenido.

Los manuscritos son producidos por escribas, laicos y religiosos, en los scriptorium de abadías y monasterios. La confección se hace paso a paso: primero aquel que organiza el texto, lo sigue aquel (o aquellos) que lo escribe, continuando por aquel que hace la Miniatura, y terminando con aquel que compagina el cuaderno. Todo este trabajo es supervisado por
un jefe de obras.

La estética del libro carolingio es un reencuentro entre la herencia romana y la influencia de los puebos germánicos. Distintas escuelas se han expandido durante este período, cada una manteniendo sus propias características. La diferencia que radicaba en cada una era acorde a la zona producida y a las influencias recibidas.

Escuela Palatina: se trata de la escuela encargada del palacio en Aix-la-Chapelle, donde se encontraba el Emperador. Esta escuela producía obras litúrgicas de prestigio, y mostraban la preocupación por parte del Emperador por perpetuar la tradición greco-romana. Los artistas, influenciados por el arte bizantino, daban prueba de una gran riqueza por la variedad de los recuadros, pinturas de hoja completa, letras adornadas, etc. La tinta dorada era muy usada.


La imagen precedente es una pintura de hoja completa proveniente del Evangeliario de Godescalco (aprox. 782). En él se observa la representación de Cristo en majestad, como se llama la posición en la que se encuentra sentado en un trono. La misma es una influencia de la pintura romana. Su aureola es representada en tinta dorada, influencia del arte Bizantino. Su mano derecha está en posición de bendición, es decir, con tres dedos arriba (lo cual también representa la Trinidad). En su otra mano sostiene una Biblia. Detrás, en el paisaje, se observan dibujos abstractos o florales, provenientes del arte celta. Aquí notamos entonces lo dicho en entradas anteriores: el arte romano se mezclaba con el arte de las culturas germánicas.